APUNTES SOBRE LA VIOLENCIA BARRISTA EN EL PAISAJE FUTBOLERO COLOMBIANO.
Por Harold Pardey
Becerra Comunicador Social, Universidad del Valle Eduardo Galeano.
“En el fútbol, ritual sublimación
de la guerra, once hombres de pantalón corto son la espada del barrio, la
ciudad o la nación. Estos guerreros sin armas ni corazas exorcizan los demonios
de la multitud, y le confirman la fe: en cada enfrentamiento entre dos equipos,
entran en combate viejos odios y amores heredados de padres a hijos “. 1
Producción de ensayos de carácter argumentativo Las barras populares de fútbol
en Colombia, no solamente protagonizan hechos violentos, también son
productores de contenidos y capitales simbólicos, que evidencian los
imaginarios de unas culturas urbanas, inmersas en un caótico ritual de masas,
donde se reflejan las virtudes y los defectos de la condición humana, como la
solidaridad fraterna del gregarismo tribal, y los fundamentalismos absurdos,
que niegan la diferencia. Cuando un fanático se pone el traje de fútbol, su
cuerpo cambia y se transforma en otro ser, devoto al planeta redondo, donde
ruge una multitud en éxtasis. Lo hace cada domingo, para reafirmar la fidelidad
a su primer amor, su equipo del alma. El fútbol es la sangre que le recorre el
cuerpo de principio a fin. Es su fuego y su pasión, fuente de emociones
populares, que genera fama, poder, territorialidad y violencia, y que obedecen
al hecho de escenificar la experiencia y los valores que gobiernan la vida de
los individuos y de los grupos de las sociedades modernas, es decir, de las
sociedades imbuidas de los valores de igualdad, justicia y libertad; y
caracterizadas por la tensión entre el individualismo y la nostalgia de
colectivos tribales. Nuevas formas de identificarse y representarse a través
del fútbol surgieron en Colombia a finales del siglo XX, a través del consumo
cultural mediático y trasnacional, vía parabólica e internet, dando origen a
diversas manifestaciones estéticas entre los jóvenes que conforman las barras
populares, y que se vieron atraídas por modelos de socialización como el
aguante argentino, configurando unas ciudadanías mestizas, que en el caso de
las barras, suscitan un laboratorio de identidades complejas, dinámicas y
agonísticas con sus cosmovisiones urbanas, pletóricas de ritos, mitos, cábalas
y amores enfermizos. Los comportamientos lúdicos, festivos, violentos y
agresivos de los barristas, a lo largo y ancho del suelo tricolor, son claros
indicios de nuevas formas de socialización, en la ciudad contemporánea, como
son las tribus urbanas, que basadas en modelos de identidad antagonista,
prolongan y reactualizan viejas formas de tribalidad; como los parches, las
pandillas, bandas de barrio y oficinas de cobro, y se nutren de otras
existentes como las organizaciones juveniles comunitarias. Adolescentes y
jóvenes de distintos estratos y condición socio económica, encuentran en las
barras populares (denominadas mediáticamente “barras bravas”), nuevas vías de
expresión, y distintas formas de alejarse de la normalidad que no les
satisface, y ante todo la ocasión propicia para intensificar sus vivencias
alrededor de un culto pasional a un equipo de fútbol, en un estado religioso y
místico que gobierna el vaticano de la FIFA, dentro de un escenario permanente
de violencia y exclusión, de machismo e intolerancia, de estereotipos y
represión, de disciplinamientos y control social con enfoque clínico, que no
permite muchas ilusiones a corto y mediano plazo. Los barristas, encuentran
allí, en su dionisiaca interacción de comunidad emocional en los espacios
urbanos, virtuales y callejeros, un núcleo gratificante de afectividad que
muchas veces no encuentran en la familia o en la escuela, como síntoma latente
de la crisis de la familia nuclear o una profunda pérdida de confianza en las
instituciones del Estado, y los partidos políticos tradicionales. Al no saber
distinguir y detallar los distintos tipos de violencia ritualizadas, que
ocurren dentro de las barras populares, la opinión pública sólo tiene como
única opción: la información presentada por los medios masivos de comunicación,
los cuales generalmente resaltan un punto de vista estereotipado, el del
terrorismo informativo, que cuentan los homicidios, produciendo una
dramatización de la sociedad, sin preocuparse de forma ética por investigar e
indagar de forma rigurosa y periodística, las innumerables tensiones,
contradicciones y ansiedades que rodean a las culturas juveniles en el paisaje
futbolero. 2 Producción de ensayos de carácter argumentativo En aras de la
construcción colectiva de una política de inclusión social, cultural y laboral
con los barristas, donde se reconozca las diversas formas de habitar y
representarse en la ciudad, es necesario que desde el Estado, la academia, el
sector público y privado se construyan verdaderos espacios de participación,
debate y discusión alrededor del barrismo, en el marco de una industria
cultural con responsabilidad social que debe promover el fútbol, con
emprendimientos productivos y proyectos de vida cultural, al cual parece
apuntarle el Ministerio del Interior, con la formulación del Plan Decenal de
Seguridad, Comodidad y Convivencia en los estadios, en convenio con las
Fundaciones Tiempo de Juego, Colombianitos y Con-texto Urbano. Este plan es un
conjunto de propuestas, acciones y metas que expresan la voluntad del país de
cara a los siguientes 10 años, en este caso tiene un objetivo puntual que es
convertir al fútbol en un escenario de construcción social, donde la paz, la
seguridad, la comodidad y la convivencia, sean los lineamientos y ejes
centrales para hacer de esta práctica un instrumento integrador de armonía y no
un factor de división, pérdida de vida y generador de choques.
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